domingo, 27 de noviembre de 2011

Lo que la oscuridad no deja ver.

Harry sale del baño. Me dijo que iba a lavarse los dientes, pero está muy pálido. A mí no me engaña, pero después del día tan duro que llevamos no pienso echarle otra bronca. Aun así creo que debería esforzarse por aprender a cerrar su mente a Voldemort, es muy peligroso…
Saco de mi bolsito de cuentas mi pijama y le doy el bolso a Harry diciéndole que busque su pijama y el de Ron mientras yo me cambio. Entro en el baño y me miro al espejo mientras me recojo una coleta. Tengo una pequeña herida en la cara, seguramente de cuando nos atacaron los mortífagos en la cafetería. No puedo creer que estemos aquí porque todo ha pasado demasiado deprisa. Llevábamos tiempo intentando ver cómo nos íbamos de La Madriguera sin levantar sospechas entre los que no sabían nuestro plan y procurando no preocupar a la señora Weasley pero, aunque lo tuviera siempre todo preparado por si acaso, nunca pensé que nos fuéramos a ir en esas circunstancias. No quiero que se me note pero tengo miedo. Esta casa no es de mi agrado, y después del ataque sorpresa de esta tarde siento que estamos constantemente perseguidos, y es un agobio. Las cosas han cambiado. Jamás me sentí tan angustiada como esta tarde: ver esa mirada asesina en Ron mientras decía que iba a matar a Dolohov me hizo darme cuenta de que realmente son tiempos difíciles. No sé si hubiera sido capaz de hacerlo… Había demasiada determinación en su mirada, pero Ron no es así…
Salgo del baño silenciosamente y me dirijo al salón. El ambiente está cargado, hace calor y hay mucho polvo, lo que demuestra que la casa lleva cerrada bastante tiempo.
En el suelo del salón hay dos sacos de dormir. Harry ya se ha puesto el pijama, pero Ron aún no se ha puesto la camiseta… Me pongo colorada y espero en la puerta, medio escondida entre las sombras, mirándolo. El chico termina de vestirse y comienza a arreglar el sofá, preparándolo como si fuera una cama. Realmente es muy listo, es más cómodo que un simple saco de dormir en el suelo.
Entro y les sonrío; ellos me devuelven la sonrisa.
            - Hermione, tú duermes aquí- me dice Ron señalándome el sofá.
            - ¿Cómo?- pregunto sorprendida.
            - Aquí estarás más cómoda- me contesta tiernamente.
Harry, no sé por qué, nos mira sonriendo mientras se mete en el saco de dormir que está más alejado del sofá. Creo que sé lo que piensa pero no lleva razón. Ron sólo está siendo amable. Bastante amable, la verdad…
            - No, en serio, no hace falta. Si dormís aquí es porque yo os lo he pedido.
Pero mi pelirrojo favorito me mira fijamente a los ojos.
            - Gracias- le sonrío tímidamente.
Me tumbo en el sofá, realmente bien preparado. Ron ha dejado su aroma en los cojines que uso como almohada. El chico se tumba en el saco de al lado y suelta una pequeña risa mirándome. Mi respiración se acelera.
            - Buenas noches, chicos- nos desea Ron mientras apaga la luz con el desiluminador.
            - Buenas noches- contestamos Harry y yo al mismo tiempo.
Cierro los ojos e intento borrar las confusas imágenes que se forman en mi cabeza para sumirme en un necesario sueño.
            Me parece que ha pasado bastante tiempo desde que Ron apagó la luz, pero no estoy dormida. Oigo la leve respiración de uno de los chicos, que duerme profundamente. Debe ser muy tarde y necesito descansar, pero entonces escucho un sollozo. ¿Soy yo o Ron está llorando? Me giro lentamente en el sofá para mirarlo pero no puedo verle la cara, está muy oscuro. Aún así confirmo mis sospechas, ya que los sollozos vienen de ahí. No se ha dado cuenta de que lo miro; creerá que estoy dormida y no sé que hacer. Sé que a Ron no le gusta que le vean llorar, por eso lo hace cuando se supone que no podemos darnos cuenta. No es la primera vez: Harry me contó que en estos últimos días lo escuchaba de vez en cuando, de noche en su habitación de La Madriguera, pero él no hacía nada porque no sabía qué. Además, se siente culpable de todo lo que está pasando, aunque nosotros insistimos en que no es así.
Pero yo no puedo oírlo así, me rompe el corazón. Sé que su llanto es por su familia y es totalmente normal que esté así. Él me ha estado apoyando estas últimas semanas, que para mí han sido muy duras por lo de mis padres (a los que aún hecho de menos), así que ahora yo tengo que corresponderle como su amiga que soy.
            - Ron…- susurro.
            - ¿Si?- Ron respira profundamente, efectivamente intentando ocultar que está llorando.
            - Todo va a salir bien- le digo para intentar consolarle, aunque también para intentar convencerme a mí misma.
No puedo pensar lo contrario. Si algo les pasase a Ron, a Harry o a mis padres no me lo podría perdonar…
Ron carraspea un poco y se mueve en su saco, algo más calmado, parece.
            - Hermione…- abre los ojos y me mira. Son como dos intensas luces azules en la oscuridad-, estaré bien siempre que estés conmigo- dice algo nervioso.
Se me acelera el corazón. No sé qué decir, me ha dejado sin palabras. En la oscuridad de la noche su mano tantea torpemente a su alrededor hasta encontrarse con la mía y agarrarla suavemente. No me lo esperaba, pero entrelazo los dedos de mi mano entre los suyos y cierro los ojos lentamente. La verdad es que agradezco que esté oscuro; así no verá que me he puesto totalmente colorada. Y así, con mi mano abrazando la suya, comienzo a quedarme dormida…
            Por primera vez en muchas noches no tengo pesadillas, aquellas que invaden mis sueños desde hace mucho en la que mis padres no me vuelven a reconocer nunca más o en las que algo malo les pasa a mis seres queridos.
            Cuando los primeros rayos de Sol consiguen penetrar por las pesadas y rajadas cortinas dándome de lleno en la cara comienzo a despertarme. Abro los ojos poco a poco y escucho a Ron desperezarse a mi lado. Tengo que asegurarme de que no fue un sueño, de que ha sido real, por lo que miro disimuladamente mi brazo, que cae hacia el suelo, y mi mano, que yace apoyada a escasos milímetros de la de Ron. Ahí está la confirmación de mis dudas: nos dormimos con las manos entrelazadas. Ron se ha dado cuenta de lo que estoy observando con una chispa de alegría en los ojos, así que aparto rápidamente la mirada. ¿Me lo parece a mí o él, al darse cuenta también de que nuestras manos están tan juntas, se ha puesto rojo?
Es una situación algo incómoda, pero ninguno de los dos nos movemos; nos quedamos quietos. Ojalá pudiera estar así para siempre, con él…
            - Buenos días, Hermione- me dice tímidamente.
            - Buenos días- le contesto lo más normal que puedo.
Pero entonces algo llama mi atención. El saco de dormir de Harry está vacío.
            - ¿Dónde está Harry?- pregunto alarmada.
            - ¿Qué? ¿Harry?- dice Ron girándose en su saco para mirar al otro lado, separando así nuestras manos-. ¡Mierda!- se queja mientras se levanta rápidamente.
Yo hago lo mismo. No me gusta que Harry desaparezca de esa manera, y creo que él lo sabe perfectamente. Nos dirigimos corriendo a la cocina, pero tampoco está allí. Entonces voy al pie de la escalera y miro para arriba.
            - ¿Harry?- lo llamo intentando no hacer mucho ruido para no provocar al retrato de la Señora Black. Pero no hay respuesta-. ¡Harry!- acabo gritando.
Ron y yo nos miramos preocupados. La Señora Black se ha despertado y comienza a gritar y despotricar tras sus cortinas, pero no le hacemos caso.
            - Nos separamos y lo buscamos, ¿vale? Tiene que estar en la casa- me dice mi pelirrojo.
Asiento con la cabeza y subimos las escaleras. Él se queda en el primer piso y yo voy al segundo.
Realmente esta casa da escalofríos; ya me los daba cuando, hace dos años, la usábamos como Cuartel General de la Orden del Fénix y estaba llenísima de gente, más ahora que está vacía. Las cabezas de elfo cortadas siguen colgadas en la pared y todo está tan triste y oscuro, lleno de polvo y demasiado silencioso, salvo por los gritos que me llegan desde más abajo del retrato.
Abro la puerta de la primera habitación que encuentro y me quedo helada: está completamente revuelta, con papeles y cristales rotos, la cama desecha y las cosas tiradas por el suelo. Parece que la hayan registrado buscando algo. Cierro esa puerta y me dirijo al cuarto de al lado, pero me lo encuentro igual. De hecho, todas las habitaciones están así, a cuál peor.
Subo al tercer piso llamando a Harry. ¿Dónde demonios se ha metido?
            - Estoy aquí- me contesta su voz desde el cuarto más alejado.
Suspiro aliviada. En la puerta, que está entornada, hay una placa que indica que ese era el dormitorio de Sirius. Entro y veo a Harry sentado en la cama leyendo un trozo de lo que parece una carta. Esta habitación también está patas arriba.   
            - ¿Pero cómo se te ocurre desaparecer así? ¡Nos has asustado!- le regaño mirándolo fijamente.
            - Perdón- me contesta sin apenas prestarme atención, pues no aparta la vista del trozo de pergamino que está leyendo; pero nota mi mirada y me pone carita de arrepentimiento-. Perdóname Hermione, es que no quería despertaros…- se justifica, y me mira la mano con la que abrazaba la de Ron sonriendo pícaramente.
Abro la boca un par de veces sin poder emitir sonido alguno y él se ríe, así que opto por salir al rellano y avisar a Ron.
            - ¡Ron!- grito-. ¡Ya le he encontrado!
            - ¡Me alegro!- me contesta irritado desde más abajo-. ¡Dile de mi parte que es un imbécil!




¡Buenas noches de nuevo!
Aquí os ofrecemos una historia de
Supercoco. Un bonito Ronmione para
los y las amantes de la parejita.

Enhorabuena a la escritora.
Besos, Lady Of Sorrows.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Coméntanos tus dudas, tus sugerencias o cualquier otra cosa. Recuerda, no queremos SPAM.